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“¿por qué durar es mejor que arder?” (R. Barthes) cybergubasa@yahoo.com

martes, abril 12, 2011

Una historia escrita con agua


“No se cómo van a poder apreciar una película tan vieja,

pero es el destino del director ver al público como reacciona…”

Yoshishige Yoshida (en la Lugones el 8.IV.2011)


La cosa empezó muy bien, a horario Sergio Wolf anuncia la presencia del director, el mismísimo Yoshishige Yoshida y de la protagonista del film en la sala. Bella como una estampa, Mariko Okada. Lo único que restó fue que, ahí mismo, Wolf anunció que no habría instancia alguna de preguntas y respuestas, pero bueno…

Yoshida, con tono pausado y suave confiesa que es muy difícil para él hablar de su obra, que cree que es el público quien debe hacer sus propias interpretaciones, que esta fue una película difícil -no sólo por la temática que aborda- porque es su primer film independiente tras la ruptura con los estudios Shochiku.

“A story …” es una película que habla sobre las mujeres. Yoshida elige un camino difícil, oblicuo para contar su historia. A este melodrama lo sobrevuela el incesto. ¿A qué se debe la elección? Bueno, en palabras del autor para poner en evidencia el lugar peyorativo que el Japón de 1965 le daba a la mujer. Inmediatamente nos ubica, en el cine de guerra –nos cuenta- el rol de la mujer estaba limitado a ser madre y/o ama de casa. En el cine de posguerra la cosa da un giro brutal, la mujer aparece como mero objeto sexual. Todas las miradas son descalificantes, siempre. Así es que él elije el incesto, porque la sola sospecha de que existe genera la segregación (social) de aquellos de los que se sospecha. De todos modos, dice Yoshida, todos conocemos que es el incesto, está muy presente en las tragedias griegas.

La historia

Un hombre va a casarse, está en los 30 y ha sido criado por su madre viuda, de todo esto nos iremos enterando por medio de flashbacks que va reconstruyendo el pasado. Los últimos días con el padre, su enfermedad (aparentemente tuberculosis, pero no estoy muy segura), el trato de los otros niños que lo tildaban de bastardo o, peor aún, que le confesaban sus “sueños” son su bella y joven madre como protagonista, las constantes salidas de su madre y las visitas a la casa de ese hombre que va a convertirse en su suegro. El incesto sobrevuela la trama y se instala en el protagonista como un karma. La duda genera la absoluta imposibilidad de amar a su esposa porque, claro, ya se han casado y las dudas aparecieron después.

Pero, además de la estructura melodramática, A story… tiene diálogos memorables. Imagino que en su momento habrán hecho bastante ruido ya que versan sobre la virginidad y su dudoso valor. En una sociedad como la japonesa, se daba por descontado que las mujeres debían llegar vírgenes al matrimonio, la virginidad era, sin dudas, un valor. En esta película las mujeres conversan sobre el cuerpo, su propio cuerpo, el sexo y lo y lo sobrevalorado que está. Sin estridencias, sin declamar, sin panfletos. Charlan. Ese sí que es un valor.

La mirada

Independientemente de la historia que nos cuentan Yoshida hace gala de una mirada moderna, muy moderna. Filmada en riguroso y, a la vez, suave blanco y negro convierte en virtud las limitaciones del recurso. Exteriores abiertos y luminosos, interiores con recortes exquisitos que funcionan como paréntesis en la narración. El uso de los paneles de las casas japonesas como recorte de la pantalla, hay escenas que suceden con la mitad de la pantalla en negro, donde sólo vemos lo que los objetos no ocultan y realmente funciona y mucho, creando un fuera de cuadro ahí mismo, dentro de la pantalla.

La mirada delicada sobre las mujeres y sus gestos, un detalle precioso: la geisha y la madre (en tanto mujer) se desvisten y se visten con los mismos gestos exquisitos y la cámara, pudorosa, las acompaña y el kimono parece que cae displicente, pero no, los hombros, la espalda, el perfil en una coreografía perfecta.

Al final nada se resuelve, nada se contesta, nunca. Los ríos corren y los lagos nos guardan. No llegamos a saber si las historias escritas con agua son como aquellas palabras que se lleva el viento, lo que sí sabemos, hace rato, es que en toda tragedia que se precie unos deben morir para que otros vivan o, al menos, lo intenten.

Gabriela Zubiría | 12.IV.XI